La enfermedad de Parkinson la padece el 1% de las personas mayores de 60 años.

Es una enfermedad degenerativa consistente en la muerte de las neuronas dopaminérgicas, productoras de la dopamina, necesaria para una adecuada coordinación de los movimientos.

 

La causa de la enfermedad continúa siendo desconocida, aunque se cree que existe cierto patrón hereditario familiar.

 

Síntomas de la enfermedad de Parkinson

El Parkinson se caracteriza por: la rigidez progresiva, la lentitud primero y luego la falta de movimientos (de brazos, en la escritura, desaparece el parpadeo, etc.), la postura encorvada y el temblor.

El temblor es el signo más conocido de la enfermedad de Parkinson. Pero no todas las personas mayores que tiemblan tienen enfermedad de Parkinson; un temblor muy frecuente es el temblor senil, que es hereditario y que no se mantiene estable, a no ser que se acompañe del resto de los síntomas del Parkinson.

En los enfermos con Parkinson se ralentizan todos los movimientos y la expresión verbal, lo que conduce a pensar que también sus capacidades mentales están alteradas y que sufren demencia. Pero no es así.

El paciente conserva su lucidez, pero es prisionero de su cuerpo, de un implacable engranaje que alterna los momentos de lentitud y rigidez con otros normales.

Se trata de un ritmo irregular, despiadado para el enfermo y difícilmente soportable para su entorno, al que le cuesta a veces comprenderlo.

El enfermo con Parkinson pasa por momentos en los que se encuentra normal con otros en los que presenta mucho temblor o mucha lentitud, como si llevara toda una armadura encima que le impide moverse y expresarse con normalidad.

El rostro puede ser amímico, sin expresión, lo que no significa que el paciente no entienda, sienta y comprenda todo lo que ocurre a su alrededor.

Es importante acudir cuanto antes al médico especialista y seguir de manera rigurosa el tratamiento médico prescrito, pues en esta enfermedad es muy eficaz, y comentar al médico todas las incidencias que aparezcan con su administración: cuándo parece que deja de hacer efecto, si se presentan otros síntomas o movimientos raros, etc., pues actualmente existen diferentes fármacos que son efectivos en este trastorno.

 

Recomendaciones para enfermos con Parkinson

Algunas recomendaciones útiles para los familiares de personas mayores con Parkinson son las siguientes:

Realizar ejercicio, ya que en combinación con la medicación mejora la calidad de vida gracias a la disminución de la tensión y la rigidez del enfermo. Hay que animarle por todos los medios a que camine cada día.

Valorar positivamente las fuerzas y capacidades del enfermo.

parkinson-sintomas-edad-avanzada

– No insistir en aquello que no puede hacer.

Implicarle en la toma de cualquier decisión que le concierna.

Evitar a toda costa estresarle más dando muestras de impaciencia.

Distribuir las tareas y actividades del día en etapas cortas y sucesivas a fin de facilitar su realización.

No hay que olvidar que una persona con Parkinson no puede hacer dos cosas a la vez y que necesita ejecutar cada movimiento de forma consciente.

Favorecer el descanso. Las tareas cotidianas exigen más tiempo y energía a un enfermo con Parkinson que a cualquier otra persona. Por eso es esencial que descanse y recupere la fuerza necesaria para llevarlas a cabo. Por su parte, la familia debe ser respetuosa cuando el enfermo se muestre cansado, algo que sucede con rapidez.

– Reservar los momentos en que el medicamento produce su máximo efecto para la realización de las actividades que requieran más movimientos, como la higiene personal o el vestirse.

– Tener en cuenta que los problemas de incontinencia son debidos a la lentitud con que la persona enferma se dirige al baño, que debe estar lo más próximo posible a la habitación donde el enfermo pasa la mayor parte del tiempo.

– Si el paciente tiene dificultades con el lenguaje, cosa frecuente, pero que no ocurre en todos los casos, hay que mirarle de frente y prestarle toda la atención, dándole tiempo para pronunciar las frases, sin interrumpirle ni hablar por él.

Hay que indicarle con un movimiento de la cabeza que se le ha entendido o, en caso de duda, repetirle lo que se cree haber entendido y preguntarle si era eso lo que quería decir.